A la mujer borinqueña by Corazón Samaritano

A la mujer y la gata, no le lleves la contraria.
Mujer brava de la patria mía, en ti atesoro la esperanza de un futuro incierto. Guerrera incansable de metas logradas con el sudor de tu frente, tus manos resecas y tus pies descalzos y callosos bajando al pozo a buscar agua.
Ella se esmera para que a sus hijos no les falte la ropa bien remendada. Los enseñó a vestir inspirándoles seguridad cuando vayan a la escuela.
La que luego de la faena del día atiende la comida porque en medio de toda su jornada ya hizo el almuerzo, le sirvió a su esposo, a sus hijos, atendió los peones y le dio de comer al puerco. La casa limpió con esmero, barrió el batey con la escoba de paja.
Bajó a la quebrada a lavar la ropa que se seca al sol caliente en el cordel al lado de la casa. No tiene queja, hay orgullo de ser la doncella de aquel bohío dónde está su marido, sus hijos y su perro.
Mujer de una hermosura sinigual, su tono bronceado y su cuerpo erguido con el orgullo de ser descendiente de la raza Taína de nuestra Isla.
Hombre puertorriqueño, levántate y descubre tu cabeza ante la hembra que es la reina de mi patria.
Some of the stories you will find in this book
Si estás leyendo esto es porque deseas saber más sobre mí. Si realmente estoy cualificada para contar relatos de esta magnitud. Quizá para asociar conmigo las lecturas jocosas. Eso no es tan importante. Primordial es saber que Corazón Samaritano es un seudónimo, y si pones atención te darás cuenta de que es mi segundo libro. Puedes pensar que no es el último.

BOCHINCHERAS EN ALTOPARLANTES
Con algo se empieza, el chisme. No es fácil ser chismosa. Lo más popular. Lo que más enchisma a las bochincheras del barrio es que algunas van a millón. Agresivas, pero indecisas. Conocemos una del barrio de al lado, en Cerro Gordo, quien asegura que Confe vive por allá. Ahora, Yiyi, si no está metida en el carro de Confe sentada sobre el cuero rojo de aquel precioso Plymouth Bel Air en color azul claro, de seguro está en la Alcaldía en San Lorenzo. Allá Carlino Arroyo sigue de farfullero diciendo que San Lorenzo nunca será territorio de la Pava. Por supuesto, mientras Sanloro siga siendo el Estado 51 de Puerto Rico, la Palma siempre será reina.

TARZÁN Y EL PLANETA DE LOS SIMIOS
Nunca olvidaré aquel guapetón que se mecía en la hamaca roja pidiéndole a mi papá Nidad que me dejara salir con él. Hasta la hamaca se rebeló de su intrepidez y cuando forcejeaba para meterse en ella a la brava, le dio una vuelta y pracatá. Lo tiró al piso. Entonces, muchachito audaz, ¿a dónde vas a llevar a mi hija? Al teatro Cervantes, están dando la premier de Planeta de los Simios, parte una. Bueno, le pido a las 2:30 p.m. y ya para las 6:30 debemos salir del teatro. Quería pedirle si por favor antes de agarrar la guagua de vuelta la puedo llevar a chuparnos par de piraguas cerquita de la parada, ahí mismo en la Calle José de Diego.

Gratis, hasta las puñaladas.
LA GUAGUA AMARILLA
Los de la guagua amarilla eran aquellos jóvenes que bajaban del área de Yabucoa hasta el barrio de Cerro Gordo arriba por el sector de Lorenzo del Valle. Cómo llegaron al área no está claro, lo que está claro es que andaban tirándole el ojo a las chicas lindas del barrio.

NO SON LAS GREÑAS, ES EL TONITO
Debe haber sido un día regular en el calendario de los estudiantes, de un maestro querido y un aspirante a Principal de escuela superior. Un día regular que en la lista de tareas incluye enfrentar niños y niñas creyéndose adultos, y ante sus padres aseguran que la presión es demasiado para lidiar con los principios familiares y la responsabilidad que conlleva estudiar; hacer tuyo aquello que tanto predica la familia y los maestros en dedicación. |

LAS MUCHACHAS DEL BARRIO
Era la costumbre salir del barrio tan pronto se cumpliera la mayoría de edad para dejar atrás las fincas y el ganado. Todos querían ir a meterse a una fábrica en Estados Unidos. Quisiera decir que eso ha cambiado, pero la situación económica de la Isla es cada día más precaria. Enfrentando fuertes huracanes y temblores de tierra que amenazan sus vidas y debilitan la economía, muchos han tenido que irse.

Desprenderse de una realidad no es nada; lo valiente es despojarse de un sueño.
EL ESCAPULARIO
La Cosa Blanca debía haber sido más de una porque allá por casa de los abuelos también salía una que se tiraba por los palos de roble hasta la finca de Carmelita. El camino a la casa del abuelo era un largo tramo desde la entrada principal donde termina el bitumul, el abuelo bajaba a pie luego de que algún amigo lo subiera hasta la loma. Cuenta de que cuando estaba llegando a la recta de los palos de roble, a veces se le aparecía “una cosa blanca” y él gritaba “Jesús María” |