Bochincheras en Altoparlantes por Frank Miranda

De el libro: El Fogón de Ruby: Cuentos de mi Pueblo por Corazón Samaritano

No hay una forma precisa en la reseña. Busca en las referencias una orden para empezar, que es lo común que bloquea a los cuentistas y, el séptimo sentido es mejor guía. Si no lo crees, eres amante de los absolutos, que solo existe una verdad. Ay, por el techo de salida, pero al leer el cuento se te prende la bombilla. No hay una forma precisa en la reseña. Busca en las referencias una orden para empezar, que es lo común que bloquea a los cuentistas y, el séptimo sentido es mejor guía. Si no lo crees, eres amante de los absolutos, que solo existe una verdad. Ay, por el techo de salida, pero al leer el cuento se te prende la bombilla.

Imagina a Yiyi y su afro alto sentada sobre el cuero rojo del Plymouth Bel Air de Confe. Los muchachos jugando pelota en la llanura. Muchas veces por horas. No te imaginas los protagonistas programando verdades y suposiciones para formar la visualización mental sobre incógnitas en el legado cultural y social a lo largo del cuento. Fue verdad, los helicópteros bajaron los postes de la luz a los huecos clavados por unas máquinas y un cavador en forma de tornillo, en los barrios Jagual y Quebrada Honda. Quizás, Yiyi no supo cumplir con los designios del alcalde.

Sí, Confe por estar detrás de Yiyi dejó caer su batalla en las huestes de Coquito en Cerro Gordo, y tal parece el gancho y carnada es situar que la narrativa informa que Bochincheras en Altoparlantes es una conversación entre la comadrita y el bobo. Con algo se empieza, aunque no es fácil ser chismosa. Corazón al final del cuento responde que no sea bobo, pues no le preocupa el chisme, pero lo tilda de popular. Entonces es preciso si la infinidad de métodos y procesos para desarrollar una opinión de este pintoresco libro de cuentos puertorriqueños te rasque la atención en cómo los políticos viven del cuento y fastidian a los que son seguidores del ganador.

El cuento se pone jocoso si imaginas que se le pega una caricatura de una mujercita chiquita, en traje rojo bien pega’o, en tacos y el afro alto y el maquillaje de Yiyi la de Manchurria puede que pinte la relación entre la intención de Corazón Samaritano en el relato de Bochincheras en Altoparlantes. Fantástico.

Las cosas se asemejan en lo poquito de saber hasta ahora que es su segundo libro; en un viaje maravillándonos de lo jocoso de los barrios Cayaguas y Cerro Gordo del Pueblo de las Leyendas; sobre el poder de la politiquería barata con Carlino “Coquito” Arroyo al frente de La Palma, los coloraos del partido de la  Pava con el caos de las caravanas de Lydia y sus zancos blancos por zapatos y hasta Maruca la de los Pipiolos allá por la sinuosidad del camino subiendo hacia los González y los Ruiz hasta por la caja de agua, pues Pete, él Mozo ojearía cualquier falla de las turbinas y notificaría a los políticos en sus malabares consiguiendo el voto.

Dice Corazón que Rubén Berríos vino a un despliegue (town hall we guess) para no perder de vista el parlar francés como la vez que le dijeron a Calisto, “mira mono bájate” y por poco la caravana termina en desgracia. Tanto para una comparativa. Tiene que ser una balanza.

Entonces no tienes por dónde agarrar, es retroceder a nuestros años mozos cuando fuimos testigos de lo mismo que es hoy y no hay forma precisa de opinar, sino considerando el séptimo sentido es cónsono con la trama existente, y quizás Corazón inadvertidamente creó tres líderes de La Palma, La Pava, y los Pipiolos, aunque Maruca del Partido Independentista fue relegada al fondo del escenario, y no hay más absoluto exacto que el engranaje de los Pipiolos no tiene que vibrar los altoparlantes a fuerza de bochinche, sino que su compacta esencia recibe muchos chavos con poca gracia.

Si te pones a pensar metafóricamente, el panorama político de siete distritos y 78 alcaldes con carros de lujo y 78 Legislaturas Municipales son suficientes orden para opinar que Corazón dio en el clavo con la pregunta del millón. ¿No ves lo que hacen tanto los políticos como los bochinchosos? ¡Es jorobar!

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